La Encina (Quercus ilex ballota (Desf.) Samp.) o Carrasca ocupaba en teoría la mayor parte del territorio hasta unos 1.600 metros de altura, bajo condiciones de humedad y temperatura muy diferentes. Hoy día los encinares sólo se localizan en las áreas de sierra. Los encinares han retrocedido mucho debido a la expansión agrícola y al uso de su madera como combustible. Aunque aún son frecuentes, se hallan en diversos grados de conservación siendo comunes las etapas de degradación del bosque, algunas de las cuales evolucionan de nuevo hacia un encinar maduro si no hay factores que lo impidan. Grandes superficies que fueron deforestadas están hoy ocupadas por Pino Carrasco (Pinus halepensis Mill.) introducido en repoblaciones forestales. Encinares bien conservados se ven, entre otros lugares, en los alrededores de la Fuente de Montilla y las laderas de Sierra Seca y Guillimona.
El resto de la flora de este bosque varía mucho según estos gradientes, pero podemos citar el Enebro de Miera (Juniperus oxycedrus L.), Majoleto (Crataegus monogyna Jacq.), Cornicabra (Pistacia terebinthus L.), Rubia (Rubia peregrina L.), Torvizco (Daphne gnidium L.), Esparraguera (Asparagus acutifolius L.), Peonia (Paeonia sp.), etc. La tala del arbolado provoca el aumento de especies arbustivas que pueden llegar a dominar como la Retama (Retama sphaerocarpa L.), Esparto (Stipa tenacisima L.), Aulaga (Ulex parviflorus Pourret), Tomillo (Thymus sp.), Coscoja (Quercus coccifera L.), etc.
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